La tartamudez afecta en el mundo a más de 72 millones de personas y en España la cifra alcanza los 467 mil personas según datos de la Fundación Española de la Tartamudez.
La alteración de la fluidez puede interferir en el rendimiento académico, laboral o en la comunicación social.
La Disfemia o tartamudez es una patología del habla que suele aparecer entre los 2 y los 4 años de edad. Se caracteriza por la dificultad en la fluidez del lenguaje, apareciendo repeticiones de sonidos, palabras, frases, prolongaciones o bloqueos, los cuales suele ir acompañados de esfuerzo en el discurso. Estas alteraciones iniciales no son voluntarias ni son conductas aprendidas, aunque el esfuerzo, la frustración y la evitación del habla, que suelen aparecer posteriormente a lo largo de la evolución del problema, sí suelen provocar situaciones de estrés bajo ciertas condiciones de la interacción comunicativa.
No todas las personas con esta patología presentan las mismas características cuando se producen las faltas de fluidez o bloqueos, puesto que existe una gran variabilidad individual, es decir, no aparecen en todas las ocasiones y suelen fluctuar en función de situaciones, personas o temas donde el niño tiene mayor dificultad. De la misma forma, estas dificultades también pueden desaparecer al cabo de unos días o semanas, y volver a surgir después. Factores como la presión comunicativa del entorno, la actitud del interlocutor, el tema de conversación o la emoción que el niño sienta mientras habla, pueden influir en su fluidez. Sin embargo, cuando el niño está tranquilo, habla despacio o con una cierta entonación, habla con sus juguetes, silabea o canta, el problema desaparece.
Diagnóstico de la tartamudez
A la hora de detectarlo, Miryam Mederos logopeda del Hospital San Juan de Dios afirma que existen una serie de características como repeticiones de sonidos o sílabas, prolongaciones de sonidos, interjecciones, palabras fragmentadas (por ejemplo, pausas dentro de una palabra), bloqueos audibles o silenciosos (pausas en el habla), circunloquios (sustituciones de palabras para evitar palabras problemáticas), repeticiones de palabras monosilábicas (por ejemplo, «yo-yo-yo le veo»), repeticiones de palabras monosilábicas (por ejemplo, «yo-yo-yo le veo»). La alteración de la fluidez puede interferir en el rendimiento académico, laboral o en la comunicación social y, si hay un déficit sensorial o motor del habla, las deficiencias del habla son superiores a las habitualmente asociadas a estos problemas.
Situaciones a tener en cuenta
“En el desarrollo infantil hay un periodo normal del lenguaje, entre los 2 y 5 años, en la que parecen tartamudear, en situaciones en las que quieren comentar algo muy interesante para ellos, como un hecho importante en clase, su cumpleaños, las fechas de navidad, y pueden observarse disfluencias por intentar hablar más rápido y no tener una agilidad en la motricidad en los órganos fonatorios, ni una estructuración sintáctica de la secuencia del acontecimiento.”
Sin embargo, existen un porcentaje de niños que mantienen estas disfluencias en el habla de manera prolongada en el tiempo, como, por ejemplo, repetir más de 3 o 4 veces un sonido, sílaba o palabra, que realice esfuerzos para decir la palabra que no le sale, que evite hablar de ciertos temas, generar introversión en distintos contextos y que existan movimientos asociados al habla en la cara o el cuerpo o que se muestre preocupado por su forma de hablar.
Es en este momento en el que se debe acudir al servicio de Logopedia del Hospital San Juan de Dios para que nuestra Logopeda Miryam Mederos evalúe de manera individual y exhaustiva al paciente en todas las situaciones que podrían influirle en la fluidez del habla.
Terapias a tener en cuenta
Se propondrán unos objetivos principales en la terapia con el niño para que aprenda a controlar su habla, graduar las situaciones, controlar la tensión, reforzar la anticipación, reducir pensamientos negativos, ejercicios y habilidades de relación social para trasladar lo aprendido fuera de la sesión.
Es imprescindible trabajar asesorando a los padres y coordinarse conjuntamente con ellos, en todo el proceso de rehabilitación de esta patología, puesto que debemos ajustar las expectativas, explicarles cómo valorar la evolución del niño y facilitarles herramientas para ayudar a la generalización del tratamiento mediante la práctica diaria” Así lo ratifica la logopeda Miryam Mederos.
Por último, se orientará a la tutora o personal docente que interactúa con el niño para facilitar las interacciones escolares y sociales con los iguales, adecuar la dinámica de clase, asesorar con estrategias en las situaciones en que se generen las difluencias o tics, fomentando las habilidades sociales, de inclusión, la motivación y la autoestima desarrollándose, así, un adecuado autoconcepto.