En el día de la celebración del mártir San Sebastián el 20 de Enero, se hacia una gran fiesta en la ermita de los Mártires a las afueras de Granada predicó ese día el maestro Ávila (hoy San Juan de Ávila).
Fue tal el efecto que le hicieron sus palabras que acabado el sermón, salió de allí como si estuviera fuera de sí dando voces y pidiendo a Dios misericordia. Corriendo y dando saltos llegó hasta su posada y cogiendo los libros y los que trataban de cosas profanas los rompía haciéndolos pedazos, los demás los fue dando gratis a quien se los pedía por amor de Dios y así siguió por las calles principales de Granada descalzo y sin abrigo pidiendo misericordia al Señor, al verlo en esas condiciones persona honradas lo llevaron a la posada donde se alojaba el P Juan de Ávila que lo admitió como a hijo siendo su confesor.
A San Juan de Dios lo ingresaron en el Hospital Real como enfermo mental. Tras su experiencia en el hospital y por el trato que recibió a causa de las terapias que utilizaban con esos enfermos, le ayudó a madurar su vocación, diciendo: “Iesu-Cristo me traiga a tiempo y me de la gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger los pobres desamparados y faltos de juicio, sirviéndoles como yo deseo”.
Así fue como la experiencia de la misericordia del amor del Padre lo que transformó a Juan de Dios.