La unidad de Autismo del Centro Psicopedagógico de San Juan de Dios cumple cinco años

Grupo de usuarios de la unidad de TEA
  • Ofrece doce plazas residenciales para personas con Trastorno del Espectro Autista atendidas por educadores, psicólogos y cuidadores 

La Unidad de Trastornos de Espectro Autista (TEA) del Centro Psicopedagógico San Juan de Dios ha cumplido 5 años en marzo gracias a la colaboración entre la Orden Hospitalaria San Juan de Dios y el Cabildo de Tenerife a través de la unidad de Atención a la Dependencia del Instituto Insular de Atención Social y Socio sanitaria (IASS). 

La Unidad cuenta actualmente con un total de doce plazas residenciales y en ella trabajan educadores, psicólogos y cuidadores que velan por el apoyo y el cuidado de estas personas las veinticuatro horas del día, definiendo horarios y contextos en los que se van a mover para mejorar el desarrollo y la calidad de vida de estos residentes. 

La directora del Centro Psicopedagógico, María de La Rosa Pérez, sostiene que cada caso es único y los residentes con TEA “suelen manifestar una gran necesidad de apoyo por las dificultades en las habilidades de comunicación y desarrollo social, así como también pueden presentar conductas rígidas en sus vidas y no pueden manejar las situaciones que generan estrés y ansiedad”, asegura. 

A esto es importante añadir que un porcentaje alto de personas que acuden al Centro de Día tienen bien diagnosticado características de TEA o por desconocimiento no tienen informes previos realizados. 

Apoyo integral

El asesor técnico en el Centro y especialista en autismo y discapacidad intelectual, Pedro Jiménez, explica que “el trabajo que se desarrolla en esta Unidad tiene como fin mejorar las habilidades sociales, de comunicación y ayudar a los usuarios a acceder a experiencias positivas que les proporcionen bienestar en distintos planos: bienestar físico y emocional y en general mejorar la Calidad de Vida de estas personas”.

Para ello, la Unidad utiliza metodologías especializadas, a fin de que las personas con TEA se familiaricen y asuman nuevas habilidades relacionadas con su rutina diaria, como el cuidado personal y la alimentación, así como para el desarrollo de habilidades socio-comunicativas y ocupacionales.  

El especialista en Autismo de San Juan de Dios asegura que, gracias al trabajo que se desarrolla en la Unidad, muchas personas con autismo han podido manifestar mejorías. Algunos cambios relacionados con habilidades adaptativas han sido notables y se han producido mejorías en conductas problemáticas, que han ido disminuyendo de forma espectacular en los últimos 5 años. El equipo técnico ha hecho un gran esfuerzo en estos años, en formación y desarrollo metodológico, lo que está suponiendo una reorientación de los procesos de trabajo y de la cultura del centro. El balance de funcionamiento en estos años, ha sido en general muy positivo, con mejoras en aprendizajes y desarrollo de habilidades, así como en mejoras en bienestar emocional. Todo esto en un contexto marcado por la inestabilidad generada por la Covid 19, que ha afectado: al funcionamiento general del centro, en términos de reorganización, a las posibilidades de inclusión social y la movilidad general de las personas, así como a sus necesidades de apoyo emocional y de gestión de la ansiedad.  

Se ha continuado con las mejoras en intervenciones conductuales que han dado resultados muy positivos en intervenciones sobre conductas peligrosas de comportamiento, disminuyendo de forma muy notable las intervenciones sobre conductas problemáticas de alta intensidad, y mejorías en un grupo significativo de personas con TEA.  El número de intervenciones anuales de este tipo de conductas, ha tenido en el año 2022 el valor más bajo de la historia del centro, junto con los datos del año 2020, asegura Pedro Jimenez.  

Características del TEA 

No hay un perfil concreto, pero sí existe un denominador común en todas las personas con TEA “que es la presencia de dificultades socio-comunicativas y de conductas repetitivas o comportamiento rígido o inflexible que se manifiesta de forma muy diversa”, explica Pedro Jiménez. Por otro lado, recuerda que los primeros indicios suelen aparecer entre los 12 y 24 meses de edad y tienen que ver con “dificultades para atender a estímulos sociales, responder al ser llamado, mirar a la cara o dificultades para desarrollar gestos de comunicación como señalar o mostrar cosas”. 

Se trata de indicios que pueden variar de unas personas a otras, de manera que en algunos casos las personas con TEA, pueden presentar una inteligencia normal o superior que les permiten desarrollar una vida personal y laboral normal, con consecución de logros importantes. “En el otro extremo encontramos a personas con más dificultades en su desarrollo con discapacidad intelectual y pocas habilidades sociales y de comunicación, presencia de conductas más rígidas, con dificultad para manejar los cambios que se producen a su alrededor”, aclara. 

En la actualidad existen distintos abordajes que pueden mejorar las dificultades asociadas al trastorno. Las intervenciones que implican abordajes psicoeducativos, o psicosociales, junto con aproximaciones biomédicas, han demostrado que el trabajo interdisciplinar reduce de forma notable las dificultades asociadas al trastorno y mejoran la calidad de vida de las personas con TEA. Son especialmente importantes, los problemas de salud mental que puedan presentar las personas con TEA, entre otros, la gestión del estrés y de la ansiedad. 

Justamente esta intervención multidisciplinar, que está aunando esfuerzos entre las intervenciones psicopedagógicas y las biomédicas, está proporcionando unos resultados muy óptimos en el abordaje de las conductas de mayor riesgo. 

La incorporación del doctor Jonatan González Padilla, como psiquiatra de la unidad está siendo muy importante en el abordaje interdisciplinar. Además de resaltar la implicación de educadoras/es, cuidadoras, /es, equipo técnico, y equipo de enfermería, que son las personas que día a día, trabajan para que estos resultados en la mejora de la Calidad de Vida de las personas, sea no sólo una meta deseable, sino una realidad que podemos observar y medir.